Recuerdo de sombras
Día
jueves, una mañana tranquila. Inés preparaba un viaje con sus parientes, había
decidido tomar vacaciones después de largos meses de trabajo. Sus tíos y su
primo Tomás decidieron acompañarla.
Inés
había sufrido la pérdida de sus padres cuando era niña. Desde pequeña se encerraba en su cuarto a escribir historias o a
releer esos libros de cuentos que nos regalan para los cumpleaños. Partieron de
viaje el domingo, su tío José manejaba el auto mientras Tomás y Beatriz, su
tía, resolvían crucigramas y sopa de letras.
Inés, en cambio, disfrutaba del paisaje y cada tanto sacaba una libreta
y escribía frases.
Todo
marchaba bien hasta que empezaron a escuchar un ruido que provenía del motor.
Pocos metros más adelante el auto dejó de funcionar. Consiguieron un taller, el
mecánico les dijo que el arreglo tardaría un par de días y les indicó un lugar
donde podían quedarse a descansar mientras tanto.
Alquilaron
una cabaña pequeña, pero cómoda. Por la noche arribó una tormenta con fuertes
lluvias. Inés prendió la luz del velador y comenzó a escribir. De repente,
observó en la pared una sombra y sintió miedo. De pronto empezó a oír una voz:
“Aquí las tormentas son muy fuertes y quizás duren días. En este pueblo es
normal que ocurran. Aquí todo parece extraño, la gente es rara. Verás también
que después de cada tormenta todo cambia de lugar, como si se movieran las
cosas.”
Inés,
con una fuerte sensación de miedo, encendió la luz general de la habitación
para ver quién era la persona que hablaba. No había nadie.
Al
día siguiente se levantó bien temprano, mientras sus parientes aún dormían.
Salió a recorrer el pueblo y se llevó la sorpresa de que el taller donde habían
dejado el auto no estaba en el mismo lugar. Corrió de regreso hasta la cabaña
para contarles a todos lo que pasaba en el pueblo con las tormentas. Sus tíos
no entendían de qué hablaba y su primo Tomás la trataba de loca. Se sintió
abrumada, luego del almuerzo decidió acostarse a descansar, pensó que podría
haber soñado pero no entendía por qué la realidad había cambiado.
Llegó
la noche y con ella otra tormenta. Inés volvió a prender la luz del velador y
esperó que esa voz volviera a aparecer. Así fue, pero esta vez dialogaron.
-
Inés
- - ¿Quién sos?
- - Me llamo Juana, he estado a tu
lado siempre.
- - ¿Cómo? No entiendo. Me confunde
todo.
- - No importa. Sólo quería contarte
sobre la tormenta, mañana volverán a cambiar de lugar las cosas.
Inés
volvió a contarles a sus parientes lo sucedido y les dijo que una tal Juana le
había hablado sobre esto. Tomás la miro fijamente y le preguntó si estaba bien.
Sus
tíos seguían sin entender qué pasaba, no habían salido de la cabaña por dos
días a causa de las tormentas. No imaginaban cómo Inés había tenido la
oportunidad de hablar con alguien, de la manera que ella lo contaba.
Después
de tres días en el pueblito decidieron seguir viaje. Estuvieron horas y horas
recorriendo un largo camino sin llegar a ninguna ciudad. Pensaron que estaban
perdidos. El mapa que traían no estaba, pensaron que quizás se había perdido
con el arreglo del auto, o que lo habrían dejado olvidado en la cabaña. No les
quedaba otra opción que seguir recorriendo, no había ninguna ciudad cerca para
detenerse a preguntar. Por suerte después de tantas horas de viaje, encontraron
el camino de regreso a casa y decidieron. Inés escribió en su cuaderno todas
las horas que viajaron.
Aparecí
varias veces más en la vida de Inés. Sus tíos estaban preocupados, había
cambiado de actitud, se notaba tensa, rara. Pensaron que el viaje le había
hecho recordar a sus padres. Su primo decidió hablar con ella, desde chicos se
contaban cada cosa que les sucedía.
-
Inés, te he notado rara estos
días. Y lo de esa tal Juana me parece más raro aún.
-
Sabés que te cuento las cosas
Tomás, no sé por qué desconfiás. A mí también me suena raro todo.
- - ¿No sabés quién es Juana?
- - No. Ella dice conocerme, que
siempre estuvo a mi lado. Pero lo de mi infancia, al fallecer mis padres, quedo
un poco olvidado.
-
Quizás puedas buscar en tus cartas
o en eso que escribís. Podés encontrar algo de casualidad.
Decidió
hacerle caso a Tomás. Fue a su habitación, buscó en el armario una caja donde
estaba todo lo que ella escribía. Se llevó la sorpresa de encontrar un papel
donde decía “Amigas por siempre” y tenía una firma donde se encontraba el
nombre de Juana.
Se
quedó pensando por días sobre lo que ocurría. Hasta que, por fin, una de esas
tantas noches me reconoció. Lo extraño es que ella no puede verme y yo a ella
sí, por eso de noche cuando hablamos, alumbra la pared con el velador para
poder ver mi sombra.
1 comentario:
Evidentemente has elegido el tópico de la fatalidad para construir la trama de tu relato fantástico, Antonella. Lográs que el lector participe del estupor que los sucesos les causan a los acompañantes de la protagonista, preguntándose si se trata de una alucinación, de un estado de demencia, o de una verdadera "aparición" inexplicable pero tan cierta en la experiencia, como propone Cortázar al expresar su concepto sobre el género.
Que esta escritura sea el eslabón de muchas otras que te prepararán para que, un día no muy lejano, también vos les propongas a tus alumnos a jugar con la ficción.
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