Caminos
Caminaba tranquila por la ciclovía, dos de la tarde, un día
común de septiembre. Mi vieja me había dicho hija ponete una gorra aunque sea,
como vas a salir con este sol a caminar… me sentí un poco mareada pero no le di
mucha importancia al asunto, seguí hasta que me asusté y me senté en un banco
casi por la mitad del camino.
¿Te sentís bien?, me dijo. Creo que se me bajó la presión,
le respondí todavía mareada. Sí, pasa que está fuerte el sol para salir, más a
esta hora, a quién se le ocurre. Me quise parar y no pude, me sentó muy
amablemente de nuevo en el lugar, me convidó de su botella de agua y me dijo
que me relajara, queriendo tranquilizarme, pero la verdad es que el asustado
era él; creo que así como yo, no sabía que debiera hacerse en esos casos.
Su voz me pareció peculiar, me recordó mis vacaciones de
verano en Salta, a la tonada de mi prima, diciéndome no opa, vení desde aquí se
ve mejor… lo primero que le dije después de sentirme mejor fue vos no sos de
acá, ¿no? A lo que contestó me parece que la que no es de aquí, sos vos!...
¿Cuánto habré estado desmayada? Es desconcertante no tener la noción del tiempo
cuando a uno le pasa algo así, ¿me estarán buscando?... me decís la hora por favor. Si, son las dos y
cuarto.
Logré levantarme, no del todo bien, comenzamos a caminar. Después
de dos o tres cuadras, me di cuenta no sólo de que bajábamos, sino de que no
estaba en Oncativo. Por un momento pensé seguir dormida, o por lo menos eso me
dije a mí misma para no reaccionar como una loca, creo que en un momento así
cualquiera reaccionaría mal. Seguimos caminando, bajamos del cerro y me dijo
¿vivís cerca? ¿vamos bien?...
Temprano, esa mañana Isaías le había recordado a Meri sobre
la fiesta que tendrían en casa de unos amigos por la noche; todavía ese pensamiento
pasaba por su cabeza, como así también el pensar en él y la discusión sin fin
que podría causar toda la situación en caso de que él la viese caminar con otro
hombre… Al seguir el camino charlamos de la vida, de nuestros proyectos, y me
contó de sus planes de viajar y conocer Perú, más precisamente las ruinas del
Machu Pichu, que ese mismo año había comenzado a ahorrar dinero y a hacer
trabajos de jardinería como para obtener otro ingreso, comenzó contándome que
quizás en tres años si sus cálculos no fallaban estaría viajando. Pensar que
tres años atrás yo tenía el plan de venirme a vivir a Salta, lo que postergué
indefinidamente al conocer a Isaías. No le comenté de esto, a veces es lindo
soñar con lo que podría ser, y creo que es lo que estoy haciendo.
Llegamos a casa de mi tía y me recibieron como si me
estuvieran esperando, me quedé ahí y luego de intercambiar números le pregunté
muy avergonzada: ¿Cómo te llamás? Danilo.
Entre charlas sus primas mecnionaron que estaban en el año
2009, tres años antes de lo que ella tenía consciencia de estar viviendo…
Hablar con mis padres y que no me pregunten de Isaías me resultaba confuso,
hasta aumentaba mis dudas de si mi futuro marido era o no producto de mi
imaginación.
Tres años de noviazgo, trabajo, proyectos concretaron el
amor de estos individuos que sin querer se complementaban.
Danilo me ayudó de distintas formas, conseguí el trabajo que
más me gusta hacer y se convirtió en mi compañero de vida. Nuestras rutinas
eran muy divertidas. Sus proyectos se convirtieron en los míos y mis proyectos
en los suyos.
Esa tarde caminábamos con Danilo, como de costumbre, por el
cerro donde nos habíamos conocido, era uno de nuestros últimos días en Salta. Luego
de años, habíamos podido recaudar el dinero suficiente para viajar a Perú. Entonces
me sentí mareada, pero continué caminando y charlando sobre el viaje.
Sólo recuerdo que me desperté y fue como regresar al futuro
o a mi presente, no lo sé; lo primero que vi fue a Isaías y pese a que hubiera
deseado ver a Danilo, me sentí aliviada de ver un rostro familiar. Extrañaba su
vida, su lugar y su familia, todo fue como regresar de unas vacaciones, aunque
Meri sabía que jamás sería lo mismo. Esa misma noche, como lo habían planeado,
tenían una fiesta, llegaron a casa de su amiga, fue un impacto grande ver a
todos sus amigos, pero se contuvo al darse cuenta de que sólo ella sabía lo
sucedido.
Durante la fiesta tuve la sensación de no pertenecer a ese
sitio, a ese grupo de personas, o por lo menos fue hasta que entré en la cocina
y detrás de mí entro él. Lo vi y me sentí de nuevo en casa, segura, nos miramos
y me dijo: ahora sabes lo que fue, pero… ¿tenés idea qué será?
1 comentario:
Es compleja la trama de tu relato, Erika. Obliga al lector a un esfuerzo que le permita rearmar a cada paso las relaciones entre los personajes, delimitando las identidades y los procesos que cada uno va sufriendo. Has sabido aprovechar los tópicos de la cuentística fantástica relativos al tiempo y a la fatalidad. Ojalá esta primera experiencia te anime a seguir trabajando en la desafiante aventura de la escritura de ficción.
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