TALLER DE LECTURA Y ESCRITURA

Este blogfolio nació en 2008 para convocar la palabra escrita de las y los alumnos del TALLER DE LECTURA Y ESCRITURA de primer año del Profesorado en Lengua y Literatura de la Universidad Nacional de Villa María, provincia de Córdoba, Argentina.

Trabajamos intensamente en clases presenciales articuladas con un aula virtual que denominamos, siguiendo a Galeano, Mar de fueguitos.

Allí nos encontramos a lo largo del año para compartir los procesos de lectura y de escritura de ficción. Como en toda cocina, hay rumores, aromas, sabores, texturas diferentes, gente que va y viene, prueba, decanta, da a probar a otro, pregunta, sazona, adoba, se deleita. Al final, se sirve la mesa.

Como cada año, publicamos los cuentos que cada estudiante escribió como actividad de cierre del taller para compartir con quien quiera leernos y darnos su parecer. Hemos trabajado explorando el género narrativo, buceando en las múltiples dimensiones de la palabra. Para ello, la literatura será siempre ese espacio abierto que invita a ser transitado.

Hemos ido incorporando, además y entre otras muchas experiencias de escritura creativa, el concepto de intervención performativa sobre textos y de patchwriting.

El equipo de cátedra está conformado por Jesica Mariotta, Natalia Mana y Mauro Guzmán, quienes le ponen intensidad amorosa al trabajo del día a día, construyendo un hermoso vínculo con las y los estudiantes.

Beatriz Vottero - coordinadora


ANTONELA CEBALLOS

 La máquina

Todo sucedió una mañana, cuando con mi familia nos mudamos a una nueva casa en Santiago del Estero. Dejé mis bolsos y decidí ir a recorrer el barrio.

En el andar de mis pasos me encontré con un descampado en el que se encontraba un objeto extraño cubierto por una lona negra. Mi curiosidad había despertado y quise descubrir de qué se trataba. Observé a mi alrededor para corroborar que nadie me viera y retiré la lona. Cuánta fue mi sorpresa al ver que se trataba, como decía su propio rótulo, de una “máquina viajera”. Rápidamente comencé a buscar que tuviera algún instructivo para usarla, y por fortuna, sí había.

Luego de unos segundos empiezo a seguir los pasos para encenderla y de pronto aparece escrito en una pantalla: ¿Te gustaría viajar a través de esta máquina? ¿sí o no?, me puse muy nervioso, no sabía qué tan malo podía ser acceder a ella, pero tomé coraje y presioné sí. Rápidamente se abrió una pequeña puerta, entré y de inmediato una luz blanca me trasportó a un lugar extraño. Todas las personas que se encontraban allí tenían un aspecto raro, medio punk, escuchaban música metálica y rock, hasta incluso todas las casas estaban pintadas de negro y los autos volaban.

Al rato, una persona se me acerca y dice:

-Hola, me llamo Enoc, espera… eres igual a mí…

Para mi sorpresa Enoc era igual a mí. Luego de titubear un momento, le respondí:

- Vos sos igual, ¿cómo eso es posible?

- No lo sé…

De inmediato le digo que el mundo del que yo vengo no es para nada parecido a este, las casas tienen distintos colores y los autos no vuelan. Enoc me contesta:

- Tengo una idea: ¿por qué no cambiamos nuestras vidas?, así tú vivirás la mía y yo la tuya, ¿no te parece divertido?

Pensé… No lo sé, podríamos intentarlo.

En ese momento recordé que había leído en las instrucciones que para volver debía buscar la máquina por el lugar al que me había trasportado. Así fue que comenzamos a buscar. Enoc ingresó a ella y se despidió de mí.

De pronto se oyeron los gritos de mi madre que me buscaba muy preocupada. ¡Dónde te habías metido Estocolmo! Ahí estaba yo, en pleno mediodía santiagueño saliendo de debajo de los restos de una lona vieja y sucia, en un baldío de mi barrio nuevo donde no había más que trastos y basura, abrazado a algo que ella juzgó como un juguete roto y desteñido lleno de pulgas y de barro seco.

Hoy, después de tantos años, ya casi ni me acuerdo de que alguna vez me llamé Enoc.


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