Por debajo de las penumbras.
Los días siguieron, al menos tranquilos, las mañanas, el colegio, los almuerzos, las salidas con amigos, pero de vez en cuando sentía esa sensación que la esparcía a otro mundo que no era justamente el que ella quería. Una de esas noches, Chintia cae en cama. Su enfermedad la recostaba sin poder levantarse, los médicos le pronosticaron que tenia Porfiria, algo común en todas las personas, porque esta en todas ellas pero que solo a algunos se le despiertan. Chintia no sospecho nada esta vez. Creyó que estando así, todo era fruto de su imaginación, y que lo diferente y especial que se sentía era causa de eso. Pero Chintia callaba, solo para evitar ese dolor que sentía.
Esa misma tarde, tenía una cita, con una persona que desde hacía un tiempo se había enloquecido. Se puso un poco de maquillaje para desaparentar ese color pálido con bordes púrpuras que llevaba e su rostro, con mucho cuidado, ya que pensaba que bastaba con tener prisa para que todo salga mal. Si con experiencias se sabe que no vale apurarse, por mucho que hagamos el retraso ya es irremediable. Se pintó los labios con un carmín de tono muy tenue, color mate. Utilizó una sombra de ojos resistentes a las lágrimas. Unos veinte minutos más tarde, se encontraron en aquel bar de la esquina, donde el aire no era fresco, justo en medio de la avenida, donde las personas enloquecen, el ruido es insorpotable y la bruma, esa bruma que ha Chintia le hacia acordar a eso…a eso que ella deseaba borrar de su vida, esa terrible sensación de abocarse, de entregarse a alguien tan lejano a ella. Chintia no podía mantener la atención en ese chico, hacía ese galancito que la había vuelto loca, ella sólo pensaba y pensaba… No atendía a las preguntas de Yago. Pensó tal vez que simplemente él no era de su tipo, pero había algo en esa bruma que la molestaba. Chintia se preparó para oír hipócritas payasadas nuevamente y ésta vez prestándole atención, no siéndole indiferente. Lo escuchó mucho más de lo que sus oídos soportaron, y al final, sin decir una palabra se levantó de su asiento, tomó su bolso y se fue desilusionada sin poder descubrir porque había actuado así, de esa manera tan oscura con él.
Pasaron los días, el tiempo no se acomodaba en las sombras de Chintia. Su cuerpo se debilitaba, tenía ansiedades, tenía obsesiones. Recogía cada gota de energía de la luz que encontraba a su paso. La oscuridad la desprotegía. Sintió sensaciones extrañas nuevamente, eran fuerzas que no dejaban de molestarla. Asustada se escondió debajo de la cama, comenzó a recordar para aliviar las molestias de su cuerpo, aquella vez cuando se baño por primera vez en el mar, siendo todavía una niña, y recordó también que en aquel tiempo ya sentía que no pertenecía a la especie humana; el destino habrá querido que fuera OTRA?. Recordaba su estallido de alegría cuando comprobó que el mar se rendía ante sus brazos. Pensó en las olas, en lo maravilloso que había sido ese día, cuando de repente esa bruma la acosaba nuevamente. Una voz le habló. Comprendió la razón de aquel tono impersonal que la balanceaba. Comenzaron a titilar las luces de su dormitorio, los alrededores parecían desconocidos, permanecía debajo de la cama asustada por una penumbra espesa. El suelo se sentía helado. Chintia no podía comprender lo que le estaba pasando. Por un minuto no recordó nada.
Chintia despertó. Ahogada en llanto corrió hacia un espejo. Quería reflejar su rostro. Deseaba haber estado soñando…Su cuerpo no se sentía mal, sus ganas de vivir no la entristecían, ella se sentía feliz, pero de repente haciendo muecas en el espejo, descubre que en su cuello había una cicatriz, era un modelo raro, no común, parecido a una mordida. Chintia desesperada corre su cabello del cuello y trata de quitársela refregándola con sus manos. Pero era imposible. Permaneció en silencio, sin moverse, intacta frente al espejo. Sus ojos comenzaron a inundarse de lágrimas, su rabia la descontrolaba, no entendía que había pasado. Unos minutos mas tarde tocan la puerta. Chintia abre, con la ilusión de encontrar a alguien que la escuche, pero encuentra una caja, envuelta como un regalo. Ilusionada pensando que el día podía llenarla de sorpresas, porque era su cumpleaños número veinte, encuentra en esa caja una linterna. Chintia desconcertada busca al final de la caja una nota, quería saber quien le habría querido regalar una linterna cuando en este siglo la luz invade el mundo con distintas energías, y no hacia falta una de ellas. Encuentra la nota, dentro de un sobre color gris, y decía: “Cuando la bruma acaricie tu piel, la oscuridad quiera abrazarte y hundirte en lo que soy…úsala, entre las penumbras te hará sentir mejor!
1 comentario:
Muy bien lograda tu historia Daiana, te felicito! A veces lo fantástico convive con nosotros mismos, pero ni lo imaginamos. Trabajaste muy bien la trama del cuento, creaste un clima de suspenso que acompaña a tu personaje protagonista hasta el final de la historia!
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