TALLER DE LECTURA Y ESCRITURA

Este blogfolio nació en 2008 para convocar la palabra escrita de las y los alumnos del TALLER DE LECTURA Y ESCRITURA de primer año del Profesorado en Lengua y Literatura de la Universidad Nacional de Villa María, provincia de Córdoba, Argentina.

Trabajamos intensamente en clases presenciales articuladas con un aula virtual que denominamos, siguiendo a Galeano, Mar de fueguitos.

Allí nos encontramos a lo largo del año para compartir los procesos de lectura y de escritura de ficción. Como en toda cocina, hay rumores, aromas, sabores, texturas diferentes, gente que va y viene, prueba, decanta, da a probar a otro, pregunta, sazona, adoba, se deleita. Al final, se sirve la mesa.

Como cada año, publicamos los cuentos que cada estudiante escribió como actividad de cierre del taller para compartir con quien quiera leernos y darnos su parecer. Hemos trabajado explorando el género narrativo, buceando en las múltiples dimensiones de la palabra. Para ello, la literatura será siempre ese espacio abierto que invita a ser transitado.

Hemos ido incorporando, además y entre otras muchas experiencias de escritura creativa, el concepto de intervención performativa sobre textos y de patchwriting.

El equipo de cátedra está conformado por Jesica Mariotta, Natalia Mana y Mauro Guzmán, quienes le ponen intensidad amorosa al trabajo del día a día, construyendo un hermoso vínculo con las y los estudiantes.

Beatriz Vottero - coordinadora


Cuento fantástico: Cristián Garcia Pereyra

El nudo

Deslizar la corbata alrededor del cuello después de haber cerrado el último botón y subido el cuello de la camisa. Las dos partes de la corbata se colocan de manera asimétrica. La parte más ancha se deja más larga que la parte más estrecha de la corbata.

Cruzar la parte ancha sobre la parte estrecha. Mantener el cruce, y al lado, hacer una hebilla subiendo la parte ancha bajo la corbata y doblándolo. Traer la parte ancha hacia el otro lado bajo del cruce. Hacer otra hebilla subiendo la parte ancha sobre la corbata y doblándolo. Pasar de manera horizontal la parte ancha sobre la parte estrecha. Pasar de manera vertical la parte ancha bajo la corbata, estirarla y deslizarla por la parte ancha de la hebilla. Mantener la parte estrecha, tirar delicadamente sobre la parte ancha para reajustar la corbata; centrar el nudo arriba y al medio del cuello.

José del Bianco tenía una modesta cantidad de corbatas de seda en su armario y sabía elegirlas y combinarlas muy bien; cuando costaba decidir, su esposa lo ayudaba. Era un ritual matrimonial que sucedía no siempre, pero con frecuencia. “Esa no me gusta” “Esa te hace demasiado serio” “Esa es muy colorinche” “Esa es muy sexy, ojito con las ejecutivas que son las peores”. A veces la corbata elegida era un acto de sumisión, a veces de fe, a veces de rebeldía. El nudo Windsor era tan natural como atarse los cordones, o abrochar un botón.

La impecable sonrisa rigurosamente ensayada en el espejo de José le quedaba muy bien a la Corbata y ella nunca le fallaba. Ella le proporcionaba elegancia y distinción en su vida social. Se complementaban perfectamente, como aquella vez en una reunión de hombres con corbatas, en la que se acercó el dueño de una corbata de diseño exclusivo a felicitar a José por la suya. José por su parte, se sintió muy halagado, a pesar de que no se refería a él, sino a la Corbata.

Cierto día José pensó en dejar la corbata en casa, e ir a una reunión sin ella. Su esposa lo alentó diciéndole al despedirse que el look latino con los botones de arriba desprendidos le quedaba de mil maravillas. Y ni hablar de las gafas oscuras. Aquel día José al volver, extrañó la situación de sentarse en el sillón y aflojarse la corbata un poco mientras encendía el televisor para no pensar en nada hasta la hora de cenar. Al día siguiente, un viernes, decidió volver a llevarla, porque ciertamente había sido algo incómodo estar en una reunión donde todos la utilizaban y ser el único sin aquel objeto tan significativo.

Cuando conducía su automóvil hacia el trabajo notó que la Corbata le apretaba un poco el cuello. Como con el tránsito de la ciudad no debe uno descuidarse ni un minuto no se la aflojó sino hasta llegar al salón donde se reunía.

Aquel día volvió alegre y relajado a su casa, porque había sido un buen día en el trabajo.

El lunes siguiente al momento de marchar al trabajo se acercó al armario y tomó dos corbatas para decidir cuál le quedaba mejor. Le costó decidirse, hasta que al fin pensó al diablo, voy sin corbata y caso solucionado. En el fondo no porque le costara decidirse, sino porque le estaba resultando incómodo ya. Al regresar volvió a sentir la ausencia de la Corbata, y hasta sospechaba que sus compañeros lo miraban extraño cuando no la llevaba. Había olvidado la sensación de la semana anterior, y se repetía una vez más.

Finalmente el martes en su habitación se colocó una corbata roja con detalles en azul marino. Pensaba por qué carajo tener que usar una corbata…pero el trabajo es así. Después de todo hay cosas peores. Se perfumó y luego se dirigió al baño para peinarse. Desde allí se percibía el aroma del almuerzo, que luego tomaría rápidamente y con una servilleta colgada del cuello de la camisa.

Algunos minutos después la esposa de José se acercó al baño con su delantal de cocina para avisarle que la comida estaba servida hace rato y que se le iba a hacer tarde para ir al trabajo. Lo encontró en silencio, tendido sobre la cerámica color ámbar, amoratado el rostro, las manos exánimes cerca del cuello, el nudo Windsor oprimiendo su garganta. Los colores de la corbata combinando trágicamente con la cianosis del semblante.

Ella fue quien llegó tarde.

1 comentario:

Euge dijo...

Excelente cuento fantástico Cristian, te felicito!!! La organización de tu historia es perfecta! La tensión del relato creada por el hecho fantástico está desde el comienzo y crece gradualmente para que el lector disfrute cada detalle hasta el descenlace que realmente nos sorprende. Fue un placer leer tu historia y encontrar ciertos símbolos que utilizaste para contarnos tu hecho fantástico; nos permitís como lectores asombrarnos y enriquecernos, gracias!