TALLER DE LECTURA Y ESCRITURA

Este blogfolio nació en 2008 para convocar la palabra escrita de las y los alumnos del TALLER DE LECTURA Y ESCRITURA de primer año del Profesorado en Lengua y Literatura de la Universidad Nacional de Villa María, provincia de Córdoba, Argentina.

Trabajamos intensamente en clases presenciales articuladas con un aula virtual que denominamos, siguiendo a Galeano, Mar de fueguitos.

Allí nos encontramos a lo largo del año para compartir los procesos de lectura y de escritura de ficción. Como en toda cocina, hay rumores, aromas, sabores, texturas diferentes, gente que va y viene, prueba, decanta, da a probar a otro, pregunta, sazona, adoba, se deleita. Al final, se sirve la mesa.

Como cada año, publicamos los cuentos que cada estudiante escribió como actividad de cierre del taller para compartir con quien quiera leernos y darnos su parecer. Hemos trabajado explorando el género narrativo, buceando en las múltiples dimensiones de la palabra. Para ello, la literatura será siempre ese espacio abierto que invita a ser transitado.

Hemos ido incorporando, además y entre otras muchas experiencias de escritura creativa, el concepto de intervención performativa sobre textos y de patchwriting.

El equipo de cátedra está conformado por Jesica Mariotta, Natalia Mana y Mauro Guzmán, quienes le ponen intensidad amorosa al trabajo del día a día, construyendo un hermoso vínculo con las y los estudiantes.

Beatriz Vottero - coordinadora


Bitácora de cuentos: Carolina Sosa

Todo sucedió una noche

Corría el año 1974, comenzaba a caer la tarde, ellos sabían que les esperaba una larga noche.
Estudiaban medicina en la Universidad Nacional de Córdoba y desde hacía ya dos años estaban de novios. Los unían varias cosas además del amor que sentía uno por el otro, ambos formaban parte de un movimiento estudiantil que estaba nucleado con la Universidad y el Centro de estudiantes de la misma.
Para la noche del 19 de Octubre el grupo había organizado una gran movilización, Camila y Esteban estarían allí.
Durante el día se habían reunido con sus compañeros para hacer los afiches y pancartas. Esteban no quería que Camila fuera a la marcha, sabía que podía ser peligroso y tenía miedo que algo le sucediera. Ella por su parte estaba más entusiasmada que él y quería que llegaran rápido las nueve de la noche para salir por las calles con sus amigos.
Ya era la hora, Esteban la abrazó y besó fuertemente, casi como una despedida, le pidió que no se alejara de él, que se mantuviera cerca, y juntos de la mano, con un gran cartel cada uno, comenzaron a cantar y a caminar con sus compañeros.
Se había reunido muchísima gente, la marcha venia caminando pacíficamente por las calles del centro de la ciudad, cuando de repente se escucharon disparos y varios de sus amigos comenzaron a correr.
Camila sin siquiera pensarlo tiró el cartel a la calle, se soltó de la mano de Esteban y salió corriendo para ayudar a sus compañeros que estaban siendo golpeados y llevados por la policía.
Esteban aturdido, gritaba y corría detrás de ella, el tumulto y el disturbio era tal que no lograba encontrarla, entre medio de la policía y los manifestantes la vió, tirada en el asfalto muy golpeada y con la cara llena de sangre.
Desesperado corrió rápido hacia ella, la levantó lo más suave que puedo para que no sintiera el dolor y ya en sus brazos la alejó del centro del conflicto. En ese instante un taxi cruzaba por la Avenida, le hizo señas y el auto se detuvo, abrió la puerta y la acostó en el asiento trasero, rápidamente él se subió en el asiento del acompañante sin quitarle los ojos de encima a Camila; el taxista lo miró apenado y sin que él dijera nada comenzó a circular con el auto, sabiendo que también corría peligro de terminar preso por acompañar e intentar salvar a dos revolucionarios.
En ese momento Esteban se dió cuenta que el taxista había empezado a manejar hacia algún lugar sin que él le diera alguna dirección. Un poco asustado pero al mismo tiempo apurado por llegar a donde pudieran curar a Camila, le preguntó a dónde los estaba llevando, el taxista le pidió que no se preocupara, que se quedara tranquilo porque los iba a llevar a un Hospital alejado de la ciudad donde trabajaba un amigo suyo y sería más seguro para que no los encontraran.
Pasaron unos segundos y llegaron a un viejo hospital, a su encuentro salió un señor alto y con una mirada penetrante, parecida a la de un búho. Esteban bajó lo más rápido que pudo a Camila y siguiendo al doctor la llevó a una de las habitaciones.
El médico lo tranquilizó y le dijo que se fuera a descansar, mientras él revisaba y curaba a Camila. Esteban agradeció al taxista por ese enorme gesto que había tenido con ellos, mientras aprovechó para tomar un poco de aire en ese precioso lugar desolado. En frente del hospital vió un Museo de ramos generales, una posta policial, una despensa y varias casitas con el mejor estilo colonial. En una esquina vió una gran casona antigua, parecía deshabitada, pero se notaba que de vez en cuando aparecían sus ocupantes. Un poco cansado pensó que podría entrar y acostarse en alguna de las camas, sabía que no estaba bien pero el cansancio y el agotamiento era más fuerte.
Entró por el patio trasero y ni siquiera fue necesario forzar la puerta, la casa estaba muy iluminada por la luz de la luna que entraba por las ventanas, eran tantas que la luz se hacía tan imponente que podía ver tranquilamente todo a su alrededor.
Comenzó a caminar por la casa buscando alguna habitación; en lo que parecía ser la sala de estar había algunos muebles cubiertos con sábanas, en las paredes cuadros con paisajes y algunos retratos de los que quizás podrían ser los dueños de la casona. Subió las escaleras y se encontró con un gran pasillo, largo e interminable, pudo ver que había demasiadas puertas y comenzó a inspeccionar una por una. Encontró una gran biblioteca, baños, algo parecido a un estudio donde había un atril y algunas pinturas ya terminadas, hasta que recién al abrir la quinta puerta encontró una habitación. En ella había una gran cama, le pareció raro encontrarla armada con sábanas y un suave y delicado cubre cama rojo. La habitación olía a polvo pero eso no le importó, se tiró en la cama y con la luz de la luna iluminando su rostro fue durmiéndose de a poco, pensando en Camila que seguramente también estaría durmiendo tranquila en el hospital.
Una hermosa sensación de calor fue despertándolo de a poco, el sol lo iluminaba y le entibiaba la piel, se levantó, se acomodó un poco el cabello y salió hacia el hospital. Camila estaba sentada en su cama, al verla la abrazó y la besó fuertemente, esta vez, como si fuera un gran reencuentro. Por fin se sintió tranquilo y pudo disfrutar en paz del silencio que le propiciaba el hospital, los ojos se le llenaron de lágrimas y mirando tiernamente a Camila se acostó en su regazo, sintió que por fin su mal día ya había terminado.

1 comentario:

Euge dijo...

Hermoso cuento Carolina, tenés que confiar más en vos porque tenés condiciones para la escritura, de verdad! Por lo que leí en tu relato, me parece que te gustan las historias reales, más que lo literario en sí mismo. Igualmente creo que tendrías que probar con otros temas, porque tenés una redacción impecable, que permite avanzar en la historia claramente con un lenguaje preciso y claro!

Una vez que hayas probado podrás definir tu estilo, quizás te orientes hacia la escritura periodística, o no, pero hay que animarse a escribir y soltar la imaginación; pero por sobretodo pensar en que el lector espera que lo sorprendamos, que lo involucremos y dejemos ser parte de la historia!