CARTAS
Paulina miraba por la ventana y suspiraba. La manera en la que llovía hizo que recordara las cartas. Las buscó en el cajón de su mesita de luz, al lado de la cama. Las encontró junto a unas fotos que había guardado allí para que, de alguna manera, quedaran sepultadas en el olvido. Las comenzó a releer buscando respuestas, a ver si algo podía explicarle por qué Martín no quiso seguir con ella.
Encontró, sin embargo, una carta diferente, una carta escrita por ella misma, pero que jamás envió. Allí explicaba algunas cosas que, al releerlas, lograron que ciertos recuerdos regresaran a su mente.
Comenzó a visualizar sus recuerdos como en una especie de portal en la pared que se encontraba en frente. Se veía a sí misma, veía a Martín y cada uno de los momentos que compartieron juntos. Comenzó a llorar y a gritar de manera desconsolada, nada podía calmarla. Su corazón palpitaba con fuerza.
Al oírla, una encargada ingresó a la habitación, le quitó las cartas y las fotos de sus manos y le dio un sedante. La recostó en su cama y Paulina se quedó dormida, junto a ella ese portal se cerró. Sus palpitaciones bajaron, y al despertar estaría mejor.
Hacía ya quince años que llevaba internada por intentar matar a Martín en un ataque de locura, para luego intentar suicidarse y así poder vivir juntos por la eternidad.
Quince años en que aquel recorte de diario, primero arrugado en un puño y luego vuelto a estirar para ser doblado y guardado en un sobre, titulaba: Grave denuncia contra el empresario Martín Dellepiane. Se lo acusa de intentar homicidio contra su esposa, madre de cuatro hijos. Aún no se ha dado con el paradero de la misma, ni encontrado el eventual occiso.
Un sobre que, quizás, nadie descubriría hasta que Paulina, por fin, cumpliera su objetivo. Tan colmados de cosas se encuentran siempre los tristes muebles de las cárceles.
No hay comentarios:
Publicar un comentario