CASA DE MUÑECAS
Llego a la casa por fin, hacía tiempo que le debía una visita a mamá y qué suerte que vine, las cercas del jardín de la entrada necesitan pintura y el pasto ya debería cortarse, mamá siempre tan olvidadiza...
Entro sin llamar, la casa no parece tan grande ¡ay, la memoria y sus caprichos! Me cuesta hacer coincidir esta escenografía con la de mis recuerdos, quizás el polvo, quizás el olor a humedad. Al subir siento ese rechinar de la escalera, siempre estuvo un poco desvencijada, mamá promete arreglarla cada año y después lo olvida, así es mamá...
En mi habitación la casita de muñecas aún está rota, fragmentada por todo el piso y eso me entristece, quizás sea una buena idea repararla, me entrego a la tarea casi sin pensarlo, como atraída por una fuerza que promete redimirme. Acerco las partes formando a mi alrededor un círculo confuso e inconexo, comienzo por las cercas rotas que son muchas, la puerta de la casita también está partida, no recuerdo haber dado un portazo, la escalera es sin dudas la parte más difícil de la restauración, con una delicadeza de relojero logro que esas miniaturas vuelvan a tener sentido, siento que son capaces hasta de soportar mi peso y sonrío sintiendo paz. A fuerza de pegamento y tenacidad avanzo por las minúsculas habitaciones con un deseo afiebrado de sellar para siempre esas ligaduras y ¡sí! lo consigo. Las partes se vuelven una, un aroma inconfundible desde la cocina me obliga a bajar, mamá no se ha olvidado de preparar mi tarta preferida, en la mesa del comedor el café con leche está caliente y azucarado, la transparencia de las cortinas dejan filtrar la tibieza del último sol de la tarde.
Ya va siendo hora de irme, me acerco a la habitación principal para despedirme de mamá, siempre está helado este cuarto en el que me cuesta respirar, el aire es espeso con ese eterno olor a rosas y azufre al que nunca me acostumbro, miro a mamá descansar hundida entre las sábanas blancas, tan blancas como ella, está tan flaca ¡ay mamá y su memoria! sus uñas no mienten, ha olvidado cortarlas.
Debo limpiar las telarañas, quizás ya no lo recuerde pero mamá le tenía terror a las arañas.
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